¡Solidaridad
de clase
para
derrotar la pandemia y el neoliberalismo!
Primero de mayo diferente. Plazas vacías, calles
desmovilizadas, brindis virtuales, discursos no pronunciados, arengas
postergadas, puños en alto en espera, y sin embargo están ahí.
Los grandes maestros de la clase obrera nos enseñaron
que, en los tiempos de reflujo, en los recodos del largo camino, la importancia
de la teoría para ordenar nuestras filas. Armarse de la historia, estudiando a
los forjadores de la unidad y de la independencia de clase.
En el Perú cada primero de mayo, siendo una fecha
universal, ha tenido protagonistas centrales que se encargaron de desplegar
banderas. En los 70, fueron los maestros enfrentando a la dictadura militar; en
los 80 los campesinos y mineros con sus grandes oleadas huelguísticas; en los
90 los trabajadores estatales despedidos por la privatización neoliberal; en
este nuevo periodo les corresponde a los médicos, enfermeras, técnicos, quiénes
arriesgando sus vidas y reclamando recursos para atender la salud de nuestro
pueblo ponen en lo más alto el orgullo del trabajador.
La imagen de una clase trabajadora vulnerable, complace
a los poderosos, incluida nuestra parasitaria burguesía nativa, que se ve con
las manos libres para atentar contra nuestro pueblo que no tiene la posibilidad
de responder desde la fuerza de su unidad, organización y movilización. Es esa misma
clase empresarial la que pide que “sus trabajadores” vuelvan a sus labores sin
importarles que esté en riesgo sus vidas, priorizando solo el lucro y ganancia.
En general, los gobiernos de turno apenas son
capaces de ampliar sus políticas asistencialistas, con bonos que llegan tarde o
nunca y no a todos los que necesitan. En el Perú vemos hospitales colapsados,
con camas en los pasillos, compatriotas que retornan hambrientos a sus pueblos,
histeria empresarial contra el impuesto a su riqueza, mandos policiales
removidos por corrupción, amagues de motines en las cárceles, cifras de víctimas
alteradas y para terminar una jefa de la mafia liberada, en definitiva, no ha
sido una buena semana para el país y todo apunta que las semanas que sigan las
cosas pueden ir peor.
Si el Ejecutivo muestra su incapacidad, el Congreso,
cada vez más infectado, manifiesta su oportunismo con leyes que apuntan a la simpatía
popular, pero que, vistas a profundidad, son solo juegos artificiales que
buscan ganar el futuro voto ciudadano para capturar el gobierno el 2021.
Este escenario plantea varias tareas. Una primera,
es la lucha por la verdad, mientras los gobiernos anuncian éxitos y avances,
nosotros debemos denunciar, como lo ha hecho la prensa independiente que las
cifras pueden duplicar hasta triplicar las oficiales. El objetivo de disminuir
el número de víctimas no es solo un error, sirve de sustento para que la mal
llamada clase empresarial pida que los trabajadores retornen de inmediato a la
“normalidad”.
El viejo estado se revela incapaz de encontrar
mecanismos para que su política de martillo golpee la pandemia hasta derrotarla.
No puede organizar una ordenada entrega de recursos en los bancos, con gente
apiñada una contra durante horas de horas y con los mercados como el principal
foco de infección; con un porcentaje de comerciantes contaminados alarmante. La
policía no resuelve el problema, ellos también son golpeados con la pandemia y
la corrupción de la oficialidad. El ejercito que podría ser una vía para la
entrega de víveres y apoyo en los domicilios, con los beneficiarios sin salir
para no exponer su salud, solo está a la expectativa para reprimir al pueblo en
caso de algún desborde popular.
Una segunda gran tarea, es luchar porque nuestro
pueblo retome sus labores con las mayores garantías de protección para su
salud, desde los centros de producción hasta los negocios de repartición de
alimentos, llamados “deliverys” que han empezado a proliferar sin los cuidados
sanitarios respectivos.
Una tercera. corresponde a la generación de amplios
mecanismos de solidaridad con los cientos de miles que van a quedar fuera del
mercado laboral por largo tiempo, son los que hoy colocan banderas blancas o
hacen sonar sus cacerolazos, y que le tienen más miedo a morir en sus casas de
hambre que por la epidemia.
Una cuarta tarea, corresponde a la batalla ideológica
y política con la derecha, desenmascarándola una y otra vez. Ha quedado claro,
gracias a los Ghibellini de la Confiep, quién
se ha puesto al lado de los trabajadores y quiénes
se han colocado, como siempre, en la vereda del frente. “Los rojos” han logrado
el bono, y seguirán luchando por que llegue a todos y todas.
Son momentos decisivos
desde izquierda si quiere ser reconocida como vanguardia del pueblo, el haber
emitido un pronunciamiento unitario es una buena señal que debe ir acompañada
de otras con mayor audacia política, que va desde difundir con mayor energía los
10 puntos de la plataforma hasta organizar la mayor red de solidaridad que haya
existido para resistir con éxito los meses que se vienen.
¡Con todas las fuerzas de la historia,
Viviremos y Venceremos!
Perú, 01 mayo 2020