TRIUNFÓ EL PUEBLO
CON MADURO PRESIDENTE
El domingo 20 de mayo el pueblo venezolano
demostró ante el mundo su extraordinaria capacidad de lucha y de resistencia
frente a la agresión imperialista con
la indiscutible victoria en las
elecciones generales del Frente Amplio
por la Patria, encabezado el reelecto presidente Nicolás Maduro.
Saludamos esta histórica victoria popular que
garantiza la continuidad de la Revolución Bolivariana. Venezuela es un símbolo
de la lucha de los pueblos del mundo frente a la prepotencia imperial de los
Estados Unidos. La descarada injerencia yanqui contra la patria de Bolívar ha escalado
desde las campañas mediáticas y las maniobras diplomáticas, a la violencia de
las “guarimbas”, la guerra económica generalizada y la amenaza de intervención
militar directa.
El nuevo gobierno de Nicolás Maduro tiene
ante sí el enorme desafío de consolidar y profundizar los cambios
revolucionarios para derrotar definitivamente la agresión norteamericana. Antes que todo debe enfrentar radicalmente la
guerra económica y sus consecuencias de escasez, desabastecimiento, contrabando,
corrupción y graves penurias que sufre la población.
En esta
hora decisiva ratificamos nuestra solidaridad militante con la revolución
bolivariana. La causa de Venezuela es la causa de todos los revolucionarios
peruanos y latinoamericanos:
¡Maduro, seguro… al yanqui dale duro!
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LAS TAREAS INMEDIATAS
Por: Atilio A. Borón
La oposición
venezolana desperdició el domingo 20 de mayo una posibilidad única para medir
fuerzas con el Gobierno de Nicolás Maduro. Si como dicen sus voceros, dentro y
fuera de Venezuela, los opositores cuentan con el favor de la gran mayoría de
la población, ¿por qué no presentaron una candidatura única que, quizás, podría
haberle abierto la puerta del Palacio de Miraflores y lograr, por vías
institucionales, la tan anhelada “salida” del presidente Maduro? No lo
hicieron, y la excusa fue que no existían garantías de honestidad y transparencia
en el proceso electoral. Olvidaron, o prefirieron olvidar, la sentencia del ex
presidente de Estados Unidos Jimmy Carter -un crítico del chavismo- cuando en
el año 2012 dijo, en el discurso anual ante el Centro Carter, que "de las
92 elecciones que hemos monitoreado, yo diría que el proceso electoral en
Venezuela es el mejor del mundo."
Por si lo anterior
fuera poco en los 23 procesos electorales que se llevaron a cabo desde que Hugo
Chávez asumió la presidencia en 1999 jamás se presentaron pruebas concretas de
fraude ante el Consejo Nacional Electoral. Todo se redujo a airadas
declaraciones y denuncias sin fundamento, mentirosas como las que estamos
escuchando en estos días y que son recogidas y reproducidas ad
infinitum por esa cloaca maloliente de lo que una vez fue el
periodismo: los grandes medios de comunicación hegemónicos en América Latina,
encargados de desinformar meticulosamente a la opinión pública.
¿Por qué desertaron
del comicio, por qué no recogieron el guante que les arrojó Maduro? Fácil:
porque ni ellos se creían sus propias bravuconadas. Sabían que no era verdad
que la mayoría del electorado acompañaría a la oposición; eran conscientes de
que por más protestas y quejas que suscite la crisis económica y las poco
efectivas respuestas del Gobierno el pueblo venezolano sabe muy bien que los
opositores son la oligarquía, superficialmente aggiornada, que por siglos lo oprimió y despreció. Por eso en lugar
de ir a las urnas se dedicaron a denunciar de antemano que las elecciones
serían fraudulentas, un pretexto para evitar que su inferioridad numérica
quedase registrada para siempre. En lugar de ello apostaron a la abstención, y
a la "vía corta" para tumbar a Maduro por medios violentos y
confiando en la eficacia destructiva de las presiones internacionales. Es la
estrategia de "cambio de régimen" que Estados Unidos viene
propiciando hace décadas. En línea con ésta la Casa Blanca se puso a la cabeza
de esa ofensiva y le ordenó a sus peones latinoamericanos que lanzaran un
ataque frontal contra Caracas.
Para infortunio de la
oposición, la abstención quedó muy lejos de la marca que esperaba para, de ese
modo, deslegitimar el triunfo de Maduro. En realidad aquella es casi idéntica a
la que hubo en Chile en primera vuelta presidencial del 2017, en donde la tasa
de participación electoral también fue del 46 por ciento, y no hemos escuchado
a ninguno de los publicistas y empleados de la derecha que dicen ser periodistas
rasgarse las vestiduras por ello y cuestionar el triunfo de Sebastián Piñera.
Pero una cosa es Venezuela y otra es Chile; la primera tiene la principal reserva
de petróleo del mundo y Chile no.
Un índice comparativo
de la representatividad presidencial, necesario para calmar las angustias de
las buenas almas democráticas, lo ofrece el cociente entre los votos obtenidos
por diferentes presidentes y la población electoral. Sebastián Piñera fue
elegido presidente de Chile con el respaldo del 26.5 % del electorado; Juan M.
Santos con menos todavía, el 23.7 %; Mauricio Macri, con el 26.8 %; Donald
Trump con el 27.3 % y Nicolás Maduro, el domingo pasado, con el 31.7 %. O sea,
que si se va a hablar del atropello a la democracia en Venezuela, como lo hace
el Cartel de Lima, habría primero que mirar un poco estas cifras y entender lo
que ellas significan. Pero la Casa Blanca no se inmuta ante nada. Fiel a lo que
una vez le dijera a un periodista del New York Times el señor Karl Rove (en el
2003, cuando era el principal asesor de George W. Bush) "nosotros ahora
somos un imperio y, cuando actuamos, creamos la realidad" (http://www.reddit.com/r/quotes/comments/8citkn/were_an_empire_now_and_when_we_act_we_create_our/)
El Gobierno de
Estados Unidos creó la "realidad" de una dictadura para un Gobierno
que convocó a 23 elecciones en 20 años y que en las dos ocasiones en que fue
derrotado reconoció de inmediato el veredicto de las urnas. La oposición
"democrática" jamás reconoció sus derrotas y sumió al país en el caos
y la violencia callejera en el 2013 y 2017. Pero Estados Unidos creó esa
"realidad" y sus impresentables lacayos de Lima se movilizaron al
instante para acosar al Gobierno bolivariano y profundizar la crisis en
Venezuela. No deja de ser una penosa tragicomedia que personajes tan
desprestigiados como los miembros de esa banda pretendan darle lecciones de
democracia a la Venezuela bolivariana. El Gobierno argentino, presidido por un
demagogo que prometió el oro y el moro en su campaña para luego incumplir todas
sus promesas, y que además preside un Gobierno cuyos principales figuras son
millonarios que no repatrían sus fortunas convenientemente alojadas en paraísos
fiscales porque no confían en la seguridad jurídica... ¡que brinda su propio
Gobierno!, amén de haber arrasado con la libertad de prensa y el estado de
derecho; el Gobierno de México, que en el sexenio de Peña Nieto contabilizaba
40 periodistas asesinados hasta enero de este año, y con un proceso político
electoral corrupto hasta la médula por el narcotráfico y el paramilitarismo,
con miles de muertos y desaparecidos y en donde los 43 jóvenes de Ayotzinapa
son la pequeña punta de un gigantesco iceberg de 170.000 muertos y más 35.000
desaparecidos en los últimos diez años, sin que el hiperactivo secretario
general de la OEA tomara nota de lo que para él, seguramente, es una nimiedad;
el de Colombia, otro Gobierno penetrado por el narco, con un presidente que ha
saboteado el proceso de paz y asistido impávido a la incesante matanza de
líderes sociales, aparte de su probada participación -como Ministro de Defensa-
en los asesinatos en masa de la época de Uribe, los "falsos positivos"
y las fosas comunes que siguen apareciendo a lo largo y ancho de Colombia; el
Gobierno de Brasil, presidido por un corrupto probado que fraguó un golpe de
estado y usurpó la presidencia de ese país, y que cuenta con la raquítica
aprobación de sólo el 3 % de la población y un 0.9 % de intención de voto.
Estos son los personajes que tienen la osadía de vituperar al Gobierno de
Maduro calificándolo como una dictadura. No creo que ningún demócrata en el
mundo debiera preocuparse por la opinión que puedan emitir sujetos con tan
dudosas credenciales democráticas.
Pensando a futuro:
con la re-elección de Maduro asegurada, con la Asamblea Nacional Constituyente
a favor del Gobierno, la casi totalidad de los gobernadores y las alcaldías, no
puede haber excusa alguna que impida lanzar un combate sin cuartel contra la
guerra económica decretada por el imperio y atacar a fondo a la corrupción (no
sólo la que practican las grandes empresas sino también la que,
desgraciadamente, está enquistada en algunos sectores de la administración
pública) y combatir con fuerza las maniobras especulativas y el contrabando de
los grandes agentes económicos locales, peones de la estrategia destituyente
diseñada por Washington. Sería suicida ignorar que las penurias que está
sufriendo la población venezolana tienen un límite. La menor afluencia a las
urnas este domingo fue una señal temprana de ese descontento y de un peligroso
acercamiento a ese límite. El Gobierno, con el poder que acumula en sus manos,
tiene que actuar sin más dilaciones en dos frentes: el político, para resistir
una nueva e inminente arremetida del imperio, que puede llegar a ser violenta y
que para desbaratarla será necesario profundizar la organización y
concientización del campo popular. Y el frente económico, para resolver los
problemas del desabastecimiento, la carestía, el circulante y la inflación.
En una palabra: es
preciso rectificar el rumbo y mejorar la calidad de la gestión de la política
económica para evitar que las penurias del pueblo se conviertan en decepción y
ésta, de no mediar una solución a los problemas, en el hartazgo que abre las
puertas de la ira y la violencia. Y, por favor, evitar por ahora enredarse en
estériles discusiones sobre el cambio de la matriz productiva del rentismo
petrolero y todo lo que lo rodea. Ese es un programa de cambio estructural que,
con suerte, para concretarse se requieren quince o veinte años de continuidad
política. Por lo tanto, hay que concentrarse en las tareas inmediatas, al menos
por ahora. Los problemas económicos que afectan a la población y que debe
resolver el Gobierno son de cortísimo plazo, de hoy y mañana, de una semana a
lo máximo. Si fracasara en ese empeño el futuro del Gobierno de Nicolás Maduro
podría verse muy seriamente debilitado y su estabilidad entraría en una zona de
peligro inminente.
2ª. Vuelta electoral
ENTRE EL URIBISMO
Y COLOMBIA HUMANA
En Colombia la segunda vuelta electoral se
definirá el próximo domingo 17 entre Duque, el candidato del corrupto
expresidente Álvaro Uribe, y Gustavo Petro del frente Colombia Humana.
O el representante de la Colombia de las
mafias y los paralimilitares, de los que se opusieron en todo momento a las
negociaciones de paz y de los que están detrás de los asesinatos de los líderes
sociales y del reinicio de la guerra, o Gustavo Petro, antiguo dirigente de la
guerrilla centro izquierdista del M – 19, exalcalde mayor de Bogotá, que
propugna una Colombia pacífica y humana.
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¡FUERA EL AJUSTE SALVAJE DE MACRI!
El 1 de junio culminó frente a la Casa Rosada
la gran MARCHA FEDERAL, que partió de distintos puntos del interior de
Argentina, contra las políticas de ajuste salvaje del gobierno de Macri y sus
negociaciones con el Fondo Monetario Internacional.
El detonante de estas protestas
multitudinarias del pueblo argentino ha sido el “tarifazo”: el aumento de las
tarifas de agua, luz, gas y transporte público, que golpea a los trabajadores y
a la población más pobre.
La indignación popular ha estallado al
revelarse que el gobierno Macri está pidiendo 25,000 millones de dólares al
FMI, que exige a cambio un brutal recorte del déficit fiscal y del gasto
social, con las consabidas reformas laborales y previsionales.
Argentina acudió de nuevo al Fondo tras ser sacudida semanas
atrás por una crisis cambiaria durante la cual el peso sufrió una fuerte
devaluación que obligó al Banco Central a vender miles de millones de dólares de
reservas. El gobierno argumentó que el préstamo impedirá una crisis económica
de mayor magnitud.
LA GASOLINA ENCIENDE
LAS PROTESTAS EN BRASIL
10 días de huelga de los transportistas, en
protesta contra el aumento de precio de los combustibles, paralizó a fines de
mayo la economía del gigante brasileño.
Esta protesta es consecuencia de la liberación de los precios decretada por el
neoliberal Temer, impuesto por Estados Unidos y la gran burguesía brasileña
tras el golpe institucional contra la Presidenta Dilma Rousseff.
Mientras las protestas populares crecen, el ex
presidente Lula sigue contando con
mayoritario respaldo popular para ser reelegido a la presidencia. La derecha
brasileña lo mantiene en prisión, con cargos de corrupción sin pruebas
fehacientes, para impedir la victoria electoral del PT.
¡LULA LIBERTAD!