domingo, 12 de agosto de 2018

c. Maruja, tus sueños viven en las luchas del pueblo por un mundo para tod@s.


Maruja Martínez Castilla
A los 18 años de su partida, recordando a la compañera, a la amiga, a la militante revolucionaria y luchadora incansable por un mundo para tod@s.
In Memoriam
2000 – 03 de agosto – 2018

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Maruja Martínez
(1947-2000)

“Nacida el 16 de agosto de 1947, en Jauja, donde creció y a donde fueron sus cenizas, perteneció a la llamada «Generación del 68», e invirtió la mayor parte de su vida entre la militancia política y el trabajo editorial. Fue Coordinadora Ejecutiva de SUR Casa de Estudios del Socialismo.

Su libro Entre el amor y la furia. Crónicas y testimonio (SUR, Lima, 1997), sigue siendo estudiado y comentado. Maruja también editó La crítica al capitalismo hoy. Aproximaciones y debates (SUR, Lima, 1999), Amor y fuego. José María Arguedas 25 años después (SUR, Lima, 1995), y ¿Nacidos para ser salvajes? Identidad y violencia juvenil en los 90 (SUR, CEAPAZ, Lima, 1998). También fue editora de los cinco primeros tomos de la obra completa del historiador Alberto Flores Galindo, así como de la revista Márgenes desde su aparición en 1987 hasta el número 17.

Maruja, perteneciente al grupo seminal de Ciberayllu, participó en las secciones de literatura y comentarios. Póstumamente, aparece en la sección de Ensayos de la segunda época de Ciberayllu.

Maruja falleció el 3 de agosto del 2000.”

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Ausencia y permanencia de Maruja Martínez
Por: Rodrigo Montoya Rojas
Diario La República. Lima,13/08/2000

En la plenitud de su vida, de su capacidad intelectual, de su generosidad y de su trabajo ejemplar en SUR Casa de Estudios del Socialismo, Maruja Martínez no estará más con nosotros y nosotras. Un mal inesperado y violento se la llevó sin darle tiempo para cerrar por lo menos uno de los capítulos que escribía.

Nació, vivió y estudió en Jauja, su Jauja, tierra a la que quiso tanto y a la que vuelven sus cenizas para mezclarse con las aguas de su laguna de Paca. Después, como gran parte de los provincianos y provincianas, vino a Lima, la capital del reino, para entender este nuestro durísimo país y abrió los ojos en el mundo de la política en la década de los sesenta.

Los jóvenes de los sesenta dimos los primeros pasos de nuestros sueños de cambiar el mundo con el ejemplo del Che, de la revolución cubana y el sueño de la revolución mundial rondando el futuro inmediato. Era, sin duda, un privilegio de aquel momento.

Maruja, muy joven, comenzó su militancia en la causa del Perú y de la izquierda. La abrazó a plenitud, a tiempo completo, sin concesiones ni medias tintas. Renunció a los privilegios de la clase media que en la época eran muchos más que los de ahora. A ella como a nosotros, los de su generación, nos tocó vivir los picos intensos de la ilusión en la revolución al alcance de nuestras manos, a la vuelta de la esquina, mañana o pasado mañana, y también las caídas hondas y profundas de esa ilusión cuando la muerte del Che y —más tarde— con el naufragio del socialismo llamado realmente existente. Fueron años intensos, difíciles, en los que iban preparándose las condiciones para que ahora empecemos a aproximarnos a una formación política madura en la que la horizontalidad democrática se impone, lenta pero seguramente, sobre el autoritarismo clásico de la derecha y de la izquierda, hijas al fin de la modernidad occidental de los primeros tiempos.

En los sesentas y setentas no tuvimos maestros y maestras que nos enseñaran el democrático respeto por el punto de vista diferente. Ese respeto existió sin duda alguna en muy poca gente, entre los marginales, en las orillas de las grandes corrientes por ahí por donde solían y suelen caminar quienes no querían ni quieren ser figuras ni secretarios generales ni nada parecido. La verdad era una propiedad al alcance de muchos y muchas y en su nombre era fácil calificar de contrarrevolucionario al compañero o compañera que no pensaba como el secretario general, o como la mayoría del buró político, del comité central o del congreso de uno de los tantísimos partidos en los que la izquierda se multiplicó para ser fiel a su firme decisión de cambiar el mundo como sea y, por eso mismo, diluirse.

La guerra de Sendero Luminoso, el MRTA y las Fuerzas Armadas no estaban previstas en el libreto explícito abierto por la Constituyente de 1979 que desencadenó desconocidos y voraces apetitos electorales en las cúpulas de las diversas izquierdas. Alan García con su monumental ineptitud, la Izquierda Unida cómplice y el implacable totalitarismo fujimorista hicieron el resto. Los miles de muertos, perseguidos y desaparecidos dieron su propia cuota para que el sueño de la izquierda se debilitara aún más, aunque felizmente no llegara a desaparecer en ningún momento.
Maruja tenía la pasta humana e intelectual para no retirarse a sus cuarteles de invierno.

El sueño, la utopía, tienen aún sentido, y SUR, al lado de Alberto Flores Galindo y un grupo de los que no perdimos la fe ni la esperanza, fue el lugar para que ella en los últimos diez años desplegara todas sus energías, en la labor editorial, en el montaje de seminarios, conferencias, mesas redondas, en la revista Márgenes con el ánimo de tener siempre encendida la llama de la esperanza socialista. Lo hizo con una generosidad extraordinaria, ganando un salario prácticamente simbólico y viviendo con una austeridad que es un ejemplo, a secas.

Pero ella escondía otra sorpresa: Su libro Entre el amor y la furia. Crónicas y testimonio (SUR, 1997) tiene la fuerza de una pluma literaria, de una sinceridad y una ternura muy grandes para hablar con soltura y sin rubor alguno de esos años difíciles en los que la izquierda apostó a ser dura, muy dura, porque había crecido entre los textos del llamado marxismo leninismo en los que no había lugar alguno para la sonrisa y menos para la ternura. El tono de confidencia en esas páginas, de complicidad tierna, es parte de su fuerza.

Después de esas páginas el horizonte para ella se llenó de luz y de tranquilidad. Del modo más natural volvió a sus primeros pasos, ingresó a San Marcos para estudiar literatura cuando era una mujer con la vida ya hecha, en su plenitud. Empezó a disfrutar del encuentro con los jóvenes para quienes la literatura es una poderosa ilusión.

Después, llegó el momento del dolor sorpresivo que hiere a fondo, como un cuchillo que corta todo lo que encuentra a su paso y no deja nada que pueda recomponerse o tejerse otra vez y deja una honda huella de dolor y nostalgia que no se borran ni se diluirán por más que nos digan que el tiempo, el bendito tiempo, se encargará de cicatrizar las heridas.

El paso de Maruja por SUR ha sido muy importante. Deja un vacío difícil de llenar, que sólo un gran esfuerzo colectivo podría reemplazar.

Maruja, que tus cenizas al volver a la laguna de Paca, como tú quisiste, se vuelvan agua, tierra, energía, luz, paisaje, canción, esperanza y utopía.

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1997: Marco Aurelio Denegri
conversa con Maruja Martinez

"Para ver la entrevista, dar un "click" a la imagen o al enlace".

“En noviembre de 1997, Maruja Martínez fue entrevistada en el programa "A solas con Marco Aurelio Denegri". Una memorable conversación acerca del libro "Entre el amor y la furia - Crónicas y testimonio". Maruja falleció el 3 de agosto del 2000, y Marco Aurelio murió el 27 de julio del 2018.”

¡¡FUERA LA DICTADURA!!

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