LA
TRAICIÓN DE PPK
Escribe: Ricardo
Gadea Acosta
Miembro del CEN Partido
Pueblo Unido
La traición es uno de los genes más
característicos en el ADN de la burguesía dependiente que controla el Estado
peruano. Hay una suerte de cordón umbilical entre, por ejemplo, el general
Mariano Ignacio Prado, que fugó a Europa, en 1879, con la colecta del pueblo para comprar armas frente
al peligro chileno y el dictador Fujimori, que huyó del país con 40 maletas y
renunció por fax, el 2000. Entonces PPK,
nuestro campeón del libre mercado, a quien amplios sectores liberales,
progresistas y aun de izquierda consideraban hasta hace pocos días un
demócrata, ¿es también un traidor?
Pues sí y por partida doble o triple. A PPK
no le resultó suficiente lucrar a costa del erario público con supuestas asesorías que, como lo ha
confirmado el propio Marcelo Odebrecht,
son coimas apenas disfrazadas para allanar el camino de sus negocios en
el Perú. Es obvio que al líder de la derecha empresarial peruana y lobista por
antonomasia, poco le importaba pisotear la libre competencia y los valores
liberales que defendía en público.
Peor aún. Apenas 3 días después de
presentarse ante el país como víctima de un golpe institucional orquestado por
Fuerza Popular, PPK firmó un infame
pacto con el mismo Alberto Fujimori, concediéndole un calculado “indulto político”.
Un grosero pacto entre corruptos que apunta al cogobierno con el clan Fujimori
para sellar el mutuo blindaje ante las investigaciones del escándalo Odebrecht.
Indulto a cambio de impunidad y repartija del pastel.
De un plumazo, con el indulto navideño, PPK
traicionó a la derecha liberal: Vargas Llosa, Pedro Cateriano y Alberto Borea,
quedaron reducidos al papel de tontos útiles. Traicionó a la clase media y la
juventud asqueadas por la continuidad de la corrupción y de los atropellos
dictatoriales. A los miles de familiares
y víctimas de los crímenes de la dictadura, a los que cerró violentamente el
camino de una auténtica reconciliación con justicia. A los sectores populares
de izquierda que aún mantenían algunas esperanzas en un sistema político nacido
de la carta magna promulgada por la dictadura. A los trabajadores y al pueblo
peruanos, que exigen un cambio profundo y radical en la política criolla para
avanzar en la solución de los problemas del país.
Si alguna duda existía sobre PPK, esta
descarada traición termina por despejarla. No hay mal que por bien no venga.
Queda en evidencia que oligarcas tipo PPK o Fujimori no representan los
intereses de la mayoría de los peruanos y peruanas. Estos sujetos no defienden
los intereses del pueblo trabajador, siempre escogerán servir a las grandes
corporaciones multinacionales, a sus redes mafiosas o a sus propios bolsillos.
No son demócratas, son la máscara de un
sistema hambreador, antipopular y explotador del “cholo barato” y de las
inmensas riquezas naturales del Perú.